sábado, 8 de septiembre de 2007

SANTO A LA MEDIDA

Según la iglesia católica, un santo es una persona que por su vida ejemplar, basada en el amor a Cristo, puede, al llegar al cielo, interceder ante dios (sí, con minúscula) por los mortales. Así, ningún santo en sí es milagroso, “nomás van de mensajeros a pedir el paro en lugar de uno”. Bueno, parece que realmente a la iglesia dejar eso claro no le interesa mucho, pues mientras sea un “santo oficial” este tendrá una imagen en alguno de sus edificios.
Pero lo que sí molesta a la iglesia, es que la gente decida tener a un santo que no sea de su agrado. Nombrare dos ejemplos: La Santa Muerte y Jesús Malverde. El primero es bastante conocido, así que omitiré explicaciones, el segundo, es una mezcla de Chucho el roto y Pedro Infante, a leguas se nota que es un Santo creado por las clases marginadas, para satisfacer sus necesidades espirituales, necesidades que no cubren los santos “oficiales”. La historia de Jesús Malverde cuenta que era un ladrón que robaba a los hacendados y repartía sus riquezas entre los peones, fue por esto que se hizo muy querido. Cuando fue capturado, lo mandaron a la horca y el gobernador prohibió que su cuerpo fuera descolgado del árbol donde se hizo so pena de muerte. Pero un día un viajero que (no recuerdo bien cual era su problema, estaba perdido o había perdido a una hija) en su camino se topó con su cuerpo, le pidió un favor, a cambio del cual le daría sepultura. Malverde cumplió el milagro, y el viajero bajó el cuerpo y para evitar la pena de muerte, colocó piedras sobre el cadáver, evitando enterrarlo pero creando una tumba. Cuando la noticia se supo más gente fue a visitar el lugar para solicitar su ayuda, dejando siempre una piedra para seguir construyendo su tumba (nótese que para la iglesia conceder milagros a cambio de piedras no seria un negocio).
Con los años el mito fue creciendo y popularizándose, al grado de creársele una capilla. Por sus características, un marginado, fuera de la ley, con un oficio condenado por la sociedad y la religión, Malverde se volvió el santo de los narcotraficantes. La Santa Muerte por otro lado, posee ciertas similitudes con Malverde, pero la creencia en esta está muy mezclada con la santería, la brujería y el esoterismo, por lo cual su auge es mayor. Ambos santos están dispuestos a arropar a todos esos que la iglesia no es capaz de satisfacer espiritualmente.
¿Por qué el ataque constante de la iglesia católica a este tipo de santos? Porque pasan por alto su autoridad moral, porque no les generan ganancias, porque fueron creados por el pueblo, con reglas del pueblo y que no pueden controlar los curas.
La necesidad de creer en un ser superior está intrínseca en la mayoría, (si no es que en todas) las personas, dentro de estas existen algunas a quienes las imágenes de la iglesia no satisfacen, La Santa Muerte es una opción para ellas. Se le ofrece lo que se quiera a cambio de lo que se quiera, no tiene restricciones (no muchas, pues la mayoría de sus adeptos conservan una moral católica por decirlo de alguna forma).
Existe sin embargo, San Judas Tadeo, que es lo que yo llamó, la versión ligth de La Santa Muerte. Ya que comparte muchos “atributos” con “la flaca”. Es el santo más milagroso, igual que “la pelona”, es muy celoso, al grado que si le rezas a la Virgen de Guadalupe, se enojara y tomara venganza (justo como muchos dicen que hace la niña blanca) y por último, el punto más importante, al ser el santo de los casos imposibles, es usado para la magia negra (y claro, esto no lo dice la iglesia, no va a desprestigiar a uno de sus mejores productos). ¿Por qué si los celos, la venganza y contribuir para dañar al prójimo son actitudes de ambos santos, uno es aceptado por la iglesia y el otro no?.
Creemos nuestros propios santos, nuestros propios dioses, seres que hechos a nuestro gusto, con nuestras reglas y nuestras necesidades personales, que nos dejen pensar y expresarnos libremente, sin tapujos, seamos pues nuestros propios dioses.

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