viernes, 6 de julio de 2007

DE RESTAURANTES Y RELIGION


Un compañero de trabajo (lo de compañero es un decir, así como decir que trabajo) que es de cierta religión (no es católico, es una basada en el judeocristianismo como tantas otras pero ignoro cuál realmente) hizo para justificar las sumas de dinero que su iglesia le pide la siguiente comparación:

Uno va a un restaurante a alimentar el cuerpo, pero no es gratis, hay que pagar por el alimento consumido ¿no?. Bueno, pues uno va a la iglesia a “alimentar el espíritu” y lógicamente hay que para por el alimento consumido. (Aquí agregan la expresión que les vino a la mente, la mía fue un “no mames”). Así que diezmos, limosnas, cooperaciones, contribuciones, etc., según este hombre (y su religión) son el pago justo por la paz, tranquilidad, y demás virtudes otorgadas por su dios (y me vale, aquí dios se escribe con minúscula).

Si continuamos con la comparativa entre una iglesia y un restaurante yo podría decir que:

En un restaurante el alimento es para el cuerpo, es materia, por lo tanto el pago es físico (léase dinero). En una iglesia, el alimento al ser espiritual, merece un pago del mismo tipo, se me ocurre, oración, penitencia, etc. Así como al dueño del restaurante (que sí existe) de nada le serviría que le prendieras una veladora, a dios (que supondremos que sí existe) no le sirve de mucho el dinero.

Si la iglesia es el restaurante y los feligreses los comensales, los sacerdotes, pastores o como se hagan llamar vendrían a ser los meseros y dios el dueño del restaurante, la diferencia es que cuando pagas en el primero, el dinero va a parar a los bolsillos del dueño, en el segundo todo va para el mesero. Podrían rebatirme (y me cae que me cago de risa si alguien lo hace) que es la propina, yo sólo contestaría que un restaurante donde la propina es del cien por ciento no es negocio para el dueño.

Lo que no me explico, es como con argumentos tan infantiles, torpes y descabellados, pueden convencer a la gente para llenarse los bolsillos. Tal vez utilicen técnicas super complicadas para llevar a sus víctimas a tal punto en que llegado el momento se crean sin chistar cualquier tontería, o que saben elegir para sus “religiones” a las personas más ilusas, carentes de criterio y deseosas de que alguien más piense por ellas.

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